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Reseña: Gantz



El extenso campo de la ciencia ficción ha abarcado desde sus comienzos historias de todo tipo, dando lugar a novelas, películas y cómics de una abrumadora variedad. Y de entre los centenares de títulos publicados por la industria japonesa dentro del género, destaca Gantz, un manga surrealista dentro de lo hiperrealista, violento dentro de su descripción del arraigado instinto de supervivencia humano, y visualmente impresionante, exponente de la combinación entre la técnica tradicional y la tecnología que, a día de hoy, sigue caracterizando a la sociedad nipona, de la que se hace un retrato y juicio de valores apabullante.
Por Nisa Arce

La habitación de la bola negra

Gantz arranca cuando Kei Kurono, un estudiante mediocre de instituto, ve cómo su vida se trunca de improvisto mientras espera en una estación de metro a que pase el tren. Un vagabundo borracho cae a los raíles ante la pasividad de las personas que, desde el andén, se limitan a mirar al indigente con desprecio, cuchichear al respecto e incluso sacarle fotos con el móvil.

Kei, en principio, no piensa hacer nada, puesto que lo que sea del hombre le da igual, como todo lo demás: no le importa sus estudios, no le importa su familia, no le importa su futuro. Nada parece tener el valor suficiente como para hacer que su desprecio generalizado hacia el mundo cambie. Sin embargo, cuando un chico de imponente presencia, que acude al rescate del hombre para evitar una tragedia, le reconoce, Kei termina por bajar a ayudarle sin saber muy bien por qué. Su buena acción desemboca en un final desafortunado: logran salvar al tipo, pero el tren, que no hace escala en esa estación, les arrolla.

Cuando ambos despiertan, se encuentran en un misterioso apartamento, dentro de una habitación en la que, además de más gente desconcertada que aparentemente también acaba de morir, hay una enorme bola negra. Al son de una extraña melodía, el ser que habita dentro de la bola negra, al que algunos llaman Gantz, les provee de unos trajes especiales y armas de combate. Es así cómo de la noche a la mañana, Kei y sus compañeros se ven envueltos en un juego de supervivencia del que sólo podrán escapar si consiguen reunir una serie de puntos a base de exterminar enemigos descomunales, a cuál más poderoso y terrorífico.

Pero la lucha no acaba ahí, puesto que una vez acabadas las misiones, si han superado el combate, regresan a la vida cotidiana con la incómoda sensación de estar a la deriva entre ambas realidades: aquélla a la que antaño pertenecieron, y la de Gantz, en la que luchan a muerte desafiando las leyes de la física con criaturas aberrantes por las calles de Tokio, sin que nadie pueda verles ni ser consciente de su sufrimiento más allá de la destrucción causada.

Los compañeros caídos, los que van llegando, el descubrimiento del sexo y la llegada del amor, entre otros sentimientos al límite, harán que Kei vaya madurando y se reconcilie consigo mismo, forjando una leyenda que perdurará entre los jugadores, para los que llega a convertirse en una referencia.

Animación de vértigo en viñetas

Si hay algo que distingue a Gantz, además de su guión, es el apartado gráfico. Oku Hiroya y su equipo han desarrollado una técnica revolucionaria basada en el modelado de personajes y fondos en tres dimensiones, mediante programas informáticos, para posteriormente redibujarlos a mano. De esa manera se consiguen fondos de líneas precisas en los que se disponen personajes creados a la antigua usanza, todo ello realzado con volúmenes y texturas digitales que consiguen, en su conjunto, un aspecto atractivo y de gran efecto plástico.

De hecho, la cualidad que más gana con dicha técnica, es el dinamismo: las secuencias de acción en Gantz ganan tanto por dicho tratamiento de imágenes que, cuando se están leyendo las páginas del manga, se tiene la sensación de estar leyendo una película. Es como si los personajes tuviesen movimiento propio y el lector estuviese dentro del entorno, algo que ni la nefasta adaptación al anime de este manga pudo conseguir.

Quitando ese logro, el estilo de Hiroya aboga por el culto a la fisonomía, con un detallado repaso a la figura humana en todas sus vertientes: en Gantz podemos ver desde ancianos a niños, pasando por jóvenes de atributos bien formados (especialmente, femeninos) y sin censura alguna. Desde desnudos integrales (escenas de alto contenido sexual inclusive) hasta musculaturas intencionadamente exageradas por los efectos de los trajes de combate, pasando por cuerpos mutilados y demás muestras de carnicerías inter-especies.

En resumen, una oda a la imaginación, escenificada por sus criaturas grotescas, y a la violencia desde un punto de vista muy asiático.

Fiel a sus convicciones

Nacido el 16 de Septiembre de 1967 en Fukuoka, Oku Hiroya ganó el segundo premio en la 19ª edición de los Youth Manga Awards en 1988 bajo el pseudónimo de Yahiro Kuon. Desde entonces, este mangaka ha desarrollado una carrera en la que priman las historias de alto contenido violento, tanto que roza el gore, además de connotaciones sexuales. Sus obras más conocidas, además de Gantz, son Zero One y HEN.

Mitología urbana y moderna

Aunque no se sospeche a la primera lectura, Gantz encierra mucho más contenido del que parece. Las referencias a elementos budistas son constantes, como el infierno en el que se mueven los personajes o las criaturas a las que se enfrentan. También se pueden ver rasgos de la cara menos amable del Japón actual, como es la falta de comunicación entre los miembros de una familia, la soledad y la marginación en la juventud, las idols y la infravaloración de la mujer, vista en muchos casos como un simple juguete erótico. Pero es, ante todo, una historia clásica de héroes y heroínas que luchan contra fuerzas desconocidas por una causa, ya sea regresar junto a la persona amada o erigirse como el más fuerte de entre los hombres. Gantz es, en esencia, un relato en el que gente dispar se ve obligada a unirse por salir adelante, valiéndose de la adaptación a situaciones extremas dejando atrás los conceptos que se habían hecho anteriormente de sí mismos.

Pero también es un manga compuesto de un larguísimo número de tomos en los que la historia se rige por el patrón de los downloads y uploads consecutivos (cuando el jugador es llamado a la habitación de la bola para iniciar la partida, y cuando regresa, respectivamente), y el aumento progresivo de dificultad de los enemigos (como en un videojuego en donde los jefes finales son más complicados que el anterior). El guión se enriquece a medida que los protagonistas, en especial Kurono, crecen, maduran y van afianzando vínculos, aunque, de igual manera, entra en una espiral desconcertante donde el lector no deja de preguntarse cuándo se le dará una explicación concisa sobre qué es en realidad Gantz, el ser de la bola negra que manipula los escenarios de las batallas, y el por qué de sus actos.

Además, la publicación del manga en España (derivada de la lentitud de la japonesa) no ayuda demasiado, ya que la salida al mercado de los tomos es bastante espaciada. Como ya se ha dicho anteriormente, Gantz es una obra esencialmente visual. Si a ello añadimos que el setenta por ciento de los textos se resumen en diálogos ágiles, sencillos y, en muchos casos, la repetición de expresiones malsonantes, la lectura de un tomo es muy, muy rápida. ¿Ventaja o desventaja? Dependerá del usuario en cuestión.

Hay que mencionar la buena labor de Ediciones Glénat en lo que se refiere a la presentación de la serie, tanto por la calidad de materiales como de la edición en sí (papel, rotulación, diseño de portadas, etc).

En definitiva, un seinen para los que gusten de la fantasía cyberpunk más cruenta.

Lo mejor: La estética. Hiroya ha creado un pequeño universo fácilmente reconocible.

Lo peor: Da bastante rabia pasarse meses esperando a que salga un nuevo tomo para luego, tras haber pagado casi 9 euros por él, acabarlo en veinte minutos y tener que volver a esperar.

Fuente: ramenparados

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